PSICOLOGÍA,
TANATOLOGÍA
Elisabeth
Kübler-Ross es una psiquiatra suiza de origen judío que inicialmente trabajó en
Zurich. Por motivos políticos decidió exiliarse a los Estados Unidos, en donde
ha ejercido la mayor parte de su carrera profesional. Se puede decir que
Kübler-Ross fue la primera profesional que se acercó decididamente a los
enfermos que iban a morir y a sus problemas. En esta su primera obra, describe
sus observaciones sobre el problema de la muerte y nos detalla las cinco etapas
por las que, según ella, pasa el enfermo que va a morir y que son: negación y
aislamiento, ira, pacto, depresión y aceptación. Estas fases son ya clásicas en
cualquiera de los manuales que hoy en día abordan el proceso de morir. Sin
embargo, cuando en 1965, cuatro estudiantes de teología le pidieron ayuda a
Kübler-Ross para un proyecto de investigación acerca de la muerte, las cosas no
estaban tan claras. Así, tras decidir que los mejores maestros que podían tener
eran los enfermos desahuciados y que la investigación se debía centrar en estudiar
sus respuestas y sus reacciones, al igual que las actitudes de las personas que
les rodeaban, se lanzaron a la búsqueda de este tipo de pacientes en el
hospital en donde estaban trabajando con el fin de entrevistarlos. -Comencé a
pedir a médicos de diferentes servicios y turnos de guardia, permiso para
entrevistar a un paciente suyo que fuera a morir. Las reacciones fueron
variadas: desde miradas atónitas de incredulidad hasta cambios de tema de
conversación bastante bruscos. Al final, resultó que no había conseguido ni una
sola posibilidad de acercarme a un paciente así... De repente, parecía que no
hubiera pacientes moribundos en aquel inmenso hospital-. Pero, lo que comenzó
siendo un seminario se convirtió, a los dos años, en un curso acreditado de la
facultad de medicina y del seminario teológico de la Universidad de Chicago. El
procedimiento que seguían era el siguiente: en primer lugar le pedían permiso
al paciente y le explicaban que en el hospital existía un grupo
interdisciplinar que deseaba aprender de ellos. Si el paciente daba su
consentimiento, se le trasladaba a la sala en donde se realizaba la entrevista,
la cual era grabada (en el libro se transcriben varias de ellas). La sala
estaba preparada para que los protagonistas pudieran ser vistos y oídos por el
público, pero no al contrario. Posteriormente el paciente era llevado de nuevo
a su habitación, mientras que entre los observadores se iniciaba la discusión.
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